Monasterio de Sant Benet de Bages

El monasterio de Sant Benet, del que queda un imponente complejo arquitectónico de estilo tardorománico, estaba situado en un meandro del río Llobregat en el extremo oriental del Pla de Bages, dentro del término municipal de Sant Fruitós de Bages.

Gracias a la conservación de un excepcional fondo documental, los orígenes de este cenobio se conocen excepcionalmente bien. En consecuencia, podemos situar con precisión su proceso fundacional entre el año 950, cuando Sal·la, su fundador, adquirió las tierras donde se erigiría el monasterio; y el 972, cuando sus hijos, una vez que él ya había muerto, hicieron consagrar la iglesia monástica por el obispo Frujà de Vic. Entre esas dos fechas, Sal·la y su esposa Ricarda dotaron a la flamante comunidad de importantes dominios, algo que rápidamente imitarían otros miembros de la familia, como el levita Guadamir, así como pequeños propietarios del entorno. Por lo tanto, si bien los fundadores contaran con el beneplácito del conde Borrell II de Barcelona, no cabe duda de que estamos ante una fundación de carácter particular, algo que explica por qué Sal·la y sus hijos procuraron someter su monasterio a la autoridad externa de la Santa Sede, escapando del dominio directo de los obispos de Vic, y establecieron que los abades del cenobio tuvieran que ser elegidos siempre entre los miembros de su estirpe.

Esta situación se mantuvo durante todo el último cuarto del siglo X, momento en que Sant Benet consolidó un dominio más que notable. A principios del siglo siguiente, el linaje de Sal·la cada vez estaba más debilitado y los obispos de Vic, que siempre habían reclamado su autoridad sobre el cenobio, lograron imponer como abad un canónigo de su catedral, acusando a sus antecesores, quizás para justificar su injerencia, de haber arruinado el monasterio. Así pues, a partir de ese momento, Sant Benet de Bages quedó desvinculado de la familia que lo había fundado, aproximándose de manera evidente a la autoridad episcopal y condal, algo que por otra parte le llevó a uno de los sus momentos de máximo esplendor. Todo ello, permitió que su comunidad, a pesar de ciertas dificultades en los siglos XIV y XV, subsistiera hasta las desamortizaciones del siglo XIX.

ANÁLISIS FORMAL

El complejo arquitectónico de Sant Benet de Bages, conformado por la iglesia, el claustro y algunas dependencias del antiguo monasterio, corresponde mayoritariamente a la fábrica tardorrománica que se alzó entre finales del siglo XII y XIII.

No todos los elementos, sin embargo, son originales, ya que este conjunto sufrió algunas transformaciones en época moderna y, sobre todo, en el siglo XX, cuando fue reformado por Josep Puig i Cadafalch, que no dudó en reacer algunos espacios en estilo historicista para devolverles su esplendor. En cualquier caso, no hay duda de que su iglesia, de planta de cruz latina, bóveda de cañón ligeramente apuntada, cripta inferior y tres ábsides semicirculares, así como su claustro ricamente esculpido, constituyen uno de los ejemplos mejor conservados y más bellos del románico tardío en Catalunya.

Respecto al conjunto prerrománico, sabemos muy poco. Aún así, se han podido identificar a nivel arqueológico algunos muros que corresponderían a su iglesia, que compartía solar con la actual, si bien estaba ligeramente desplazada al sur. Asimismo, data de ese momento la base del actual campanario, que posiblemente habría tenido en origen una función defensiva. Por último, también puede fecharse del siglo X una fase de la necrópolis con 44 sepulturas, algunos muros inconexos al sur de la iglesia y dos capiteles de origen desconocido que fueron reaprovechados en el claustro tardorománico.  En consecuencia, podemos hacernos una idea del tamaño y situación del conjunto, pero es difícil poder entender su distribución y funcionamiento.

XAVIER COSTA BADÍA