Monasterio de Sant Feliu de Guíxols

El monasterio de Sant Feliu de Guíxols se ubica a escasos metros de la costa y a los pies de la sierra de Les Cadiretes. La primera documentación conservada que lo menciona remonta a la Alta Edad Media, y permitiría situar su fundación o refundación entre finales del siglo IX e inicios del X, momento de efervescencia en la construcción y restauración de muchos monasterios por iniciativa condal y donde, en el caso particular de Sant Feliu de Guíxols, la familia de los vizcondes de Girona habría jugado un papel evergético importante. Las sucesivas donaciones de otros potentados de los alrededores, así como el mecenazgo de los condes de Barcelona, propiciarán que a partir del siglo XI Sant Feliu acumule un notable dominio patrimonial que lo convertirá en uno de los monasterios más importantes de la zona durante la plena Edad Media. Incluso recibió posesiones en Mallorca como recompensa a su participación en la conquista de la isla por parte de la iniciativa de la Corona de Aragón.

La definitiva exclaustración de su comunidad, bajo la regla benedictina, se produjo en 1835. Actualmente, y desde el año 1914, parte del monumento aloja la sede principal del Museo de Historia de la Ciudad de Sant Feliu de Guíxols, mientras que la basílica monasterial cumple funciones parroquiales (Parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles).

ANÁLISIS FORMAL

El monumento actual es el resultado de más de mil años de historia y reformas constructivas. Destaca por su aspecto fortificado, apreciable sobre todo en su fachada occidental, con dos torres altomedievales: la emblemática ‘Torre del Fum’, de planta semicircular, asentada sobre un mausoleo tardoantiguo, y la torre del Corn, de planta cuadrada, con una base de aparejo romano. Destaca, además, la conocida como ‘Porta Ferrada’, formada a día de hoy por los restos de una estructura que correspondería a un pórtico arcado con dos niveles, fechado entre los siglos XI y XII o tal vez con anterioridad.

El mayor programa constructivo de este monasterio se produjo durante el románico, aunque la cabecera y una parte importante de la basílica se reconstruyó en estilo gótico durante el siglo XIV, cuando también se construyeron nuevas torres. Su última reforma importante se produjo en el siglo XVIII, cuando se le añadió un gran cuerpo de estilo barroco para las dependencias auxiliares del cenobio. El estado actual es fruto de la restauración llevada a cabo después de la Guerra Civil y el muro que cerraba el recinto no se conserva.

Además de las estructuras bajo-imperiales correspondientes a lo que podría ser una villa señorial (s. IV-V), en el subsuelo del monumento se han localizado también importantes y extensos restos arqueológicos que, por contexto, cronología (s. V-VII) y tipología (mausoleo en la base de la ‘Torre del Fum’ y abundantes muros circundantes, con presencia también de necrópolis coetánea), podrían corresponder a una fase más primitiva de este notable cenobio altomedieval y moderno.

JORDINA SALES-CARBONELL