Asentamiento Fortificado de Puig Rom

En lo alto de una pequeña cumbre cerca del mar denominada Puig de les Muralles se emplazan los restos arqueológicos de un antiguo asentamiento fortificado que, por sus características, tradicionalmente se ha identificado como una estructura de carácter militar –castrum–, aunque también se ha interpretado como un poblado civil en altura. La cronología atribuida es del siglo VII, y hasta el momento no se ha identificado ningún elemento crono-tipológico posterior, por lo que muy probablemente el lugar se abandonó a partir de la ocupación musulmana de inicios del siglo VIII (el elemento más tardío es un tremís de Agila II). Se ha querido relacionar este recinto fortificado como uno de los agentes militares de la rebelión del dux Pablo contra el rey Wamba (a. 672); de hecho, el yacimiento constituye un paradigma entre los asentamientos de cronología visigoda del nordeste peninsular.

El lugar suscitó un temprano interés entre las élites culturales locales y se empezó a excavar en pequeñas campañas irregulares. La primera de ellas la llevó a cabo la Junta de Museus de la Mancomunitat de Catalunya (1917-18); la segunda (1946-47) fue a cargo del Profesor Palol; la tercera a cargo de Palol y Tuset (1982). Las campañas actuales de excavación e investigación las están llevando a cabo Subias, Puig, Codina y Fiz desde el año 2014.

ANÁLISIS FORMAL

El yacimiento se ubica de forma estratégica en un punto preeminente y con una amplia visibilidad terrestre y marítima. La orografía del cerro hace que sólo se pueda acceder al recinto fortificado desde el Sur y no sin dificultad. El perímetro de la muralla (de 2 metros de ancho) se conserva en planta en su totalidad, con mayor o menor degradación. Su sólida construcción es a base de un doble paramento alzado con grandes bloques de granito mal cortados, el interior del cual se rellenó con pedruscos. Se accedía al recinto mediante una obertura de 3’5 metros abierta a mediodía y franqueada por dos torres exteriores cuadradas. Una tercera torre en el lienzo sud completa el conjunto defensivo.

Dentro de un recinto que en total mide 90+80 metros, las estructuras de habitación conservadas se adosan al interior de la muralla y permanecen parcialmente visibles. También ha aparecido una densidad importante de silos repartidos por el yacimiento.

Durante las excavaciones en las estructuras interiores del perímetro fortificado, se ha puesto en evidencia que el monto del material arqueológico recuperado (cerámica, bronce y hierro) corresponde a utillaje agrícola y de pesca (plomos de redes y anzuelos), en contraposición al escaso material de carácter militar identificado, consistente en un tetraedro de punta para hacer frente a la caballería. También destaca la cantidad y variedad de objetos de habillamiento personal (hebillas de cinturón) y ornamentales (lucernas de tradición paleocristiana, jarra litúrgica). La presencia de otros objetos como molinos circulares o cardadores de lana, refuerzan la idea de una economía agrícola y ganadera, al margen de la posible función militar y también fiscal/administrativa/de almacenaje y  del lugar, ya que se ha hallado un ponderal bizantino y la antes mencionada concentración de silos.

JORDINA SALES CARBONELL