Basílica Paleocristiana Vega del Mar

La llamada basílica de Vega del Mar está ubicada junto a la desembocadura del río Guadalmina, cerca de la playa de Lindavista y a pocos kms de la localidad de San Pedro de Alcántara (Marbella, Málaga). Desde la Autopista A-7, la salida, a 68,9 km de Málaga por la A-376, en 1,2 Km se llega a San Pedro de Alcántara. La basílica se encuentra dentro de una urbanización de chalets cerca del mar antes de cruzar el río Guadalmina.

Debía de ubicarse en las cercanías de la antigua vía Augusta en su recorrido final entre Gades y Carthago Nova. Esta basílica fue descubierta a principios del siglo XX, cuando se dispuso que en esta zona se plantaran eucaliptos. Situado en el extremo occidental del término municipal de Marbella, sobre una vega fértil, la historia de San Pedro Alcántara es relativamente reciente, sus orígenes se deben al general Manuel Gutiérrez de la Concha e Irigoyen , primer marqués del Duero, quien, con la ley de colonización de tierras, aprobado en 1855, creó la Colonia Agrícola de San Pedro Alcántara. Independientemente de esta nueva urbanización que se da a mediados del S. XIX en el sector, desde fechas muy tempranas se conocían restos de época romana en la zona, como eran las bóvedas de las Termas romanas.

Ya a principios del S. XX, a lo largo del primer cuarto de siglo, se descubren los restos de la antigua Basílica Paleocristiana, así como restos de un acueducto y una necrópolis asociada a la basílica. En edad moderna, es decir, en el S. XVI, se erige la torre vigía que ayudaba a la protección e la costa contra los turcos.

Respecto a la Basílica Paleocristiana, el hallazgo de la misma se debió a una casualidad, ya que en sector en el que se encuentra, según nos comenta la tradición oral, era una zona encharcable y fuente de paludismo, por lo que el Marqués del Duero decidió realizar una gran plantación de eucaliptos que ayudaría a la desecación del entorno. Durante estos trabajos de plantación se localizaron numerosos restos arqueológicos, por lo que, entre los años 1929 y 1930, el arqueólogo José Pérez de Barradas, hizo varias excavaciones, exhumando la planta de la edificación, el cual comentaba que los restos podría corresponder a la antigua ciudad de Silniana. Tal y como nos comenta el propio Pérez de Barradas: “… los restos se encuentran en la parcela número 4 de Vega del Mar y en los alrededores de Las Bóvedas, y están separados por el arroyo del Chopo. Todos ellos forman un grupo urbano, que ha sido conocido desde hace tiempo. El primero que las cita parece haber sido D. Macario Fariñas del Corral, que las identificó con Salduba. Igual hizo Ceán Bermúdez, peor G. Bonsor, colocó ya a Salduba en la desembocadura del río Verde y atribuyó las ruinas de Las Bóvedas a Silniana.”.

Entre 1914 y 1915, José Martínez Opplet realizó en el entorno de la basílica algunas excavaciones, sin poder precisar más al respecto de los resultados de la mismo, pero será ya hacia 1930, cuando la basílica sea identificada en su totalidad por Pérez de Barradas, describiéndola como “(…) basílica cristiana de tres naves y dos ábsides, con baptisterio con piscina de inmersión cruciforme, y otra pequeña para niños y con dos atrios laterales. (…) Tanto alrededor como en sus dependencias y naves se hallaron 148 sepulturas, cuya fecha extrema es el siglo VII después de J. C. ” (Pérez, 1932, 207). Poco después de su descubrimiento, en 1931, la Basílica fue declarada Monumento Nacional.

Entre los años 70 y 80 del pasado siglo XX, las excavaciones arqueológicas fueron retomadas por D. Carlos Posac Mon y D. Rafael Puertas Tricas, que documentaron diferentes momentos constructivos de la edificación fechables en el siglo VI.

El conjunto, del cual únicamente se preserva la cimentación y el arranque de los muros, está conformado por un edificio de reducidas dimensiones de carácter basilical y una amplia necrópolis de inhumación que se asocia al templo. La construcción es relativamente pobre, como todas las iglesias de la época: mampuestos pequeños (también algunos guijarros playeros) con mortero de cal. Sin embargo, en los pilares se observan vestigios de alguna sillería, lo que puede hacer pensar en una reconstrucción del edificio.

La basílica, ligeramente orientada en sentido NO-SE, presenta una planimetría que tiende al cuadrado, con 11’50 m. de lado. De tres naves, ofrece doble ábside enfrentado, actuando en ambos casos como altar y martiryum. El ábside oriental es semicircular, mientras que occidental, con morfología de herradura y encuadrado en un rectángulo, que a su vez forma aposentos a cada lado, puede ser considerado el núcleo principal del templo. En uno de los aposentos junto al ábside principal, se localiza la pila bautismal del complejo, tallada en piedra con forma de pez en el exterior y forma tetralobulada en el interior. En su interior exhibe siete escalones cuyo número es representación simbólica de los siete misterios del Espíritu Santo descritos por San Isidoro: tres de descenso, uno de descanso y tres de ascensión. El rito que se practicaba era el de la inmersión. Esta pila tiene unas claras influencias norteafricanas.

En cuanto a la cronología del templo, parece plausible que existiera desde finales del siglo IV. Posteriormente, sería remozado a la manera norteafricana en plena época visigoda (siglos V-VI).

Adosados a los lados mayores del ábside occidental, se observan sendos atrios, sobre los que se abren las puertas. Es un área cementerial con tumbas de inhumación, algunas con ajuar fechado entre los  siglos VI y VII. También se han encontrado enterramientos fechados por los ajuares entre el siglo II y IV. En total, podemos hablar de un centenar de tumbas, con una cronología amplia que va desde el siglo III al siglo VII. d. C.

La singularidad de la basílica aún continua marcando debate en el mundo académico. Respecto sobre los enterramientos, que estaban fechados entre el S. III y VII, se plantea como hipótesis, que antes de la edificación de la basílica, existía una necrópolis romana. Ya en pleno siglo VI se edifica la Basílica, realizándose varias reformas en la misma a lo largo de esa centuria.

Los materiales arqueológicos que se recuperaron en los años 30, se depositaron, en primer lugar, en la Sede de la Colinia Agraria de Madrid y, posteriormente, pasaron a los depósitos del Museo Arqueológico Nacional, conociéndose hasta la fecha, una singular inscripción funeraria, dedicada a una niña llamada Firmina. Según la investigación de Javier Santiago: “Lo componen cuatro fragmentos de mármol blanco correspondientes a una placa… En su parte superior, partiendo del primer renglón, se inserta un crismón en el interior de una corona de laurel, cuyas dimensiones son 5,24 x 5,30 cm.” (Santiago, 2020, 624). La traducción de la inscripción sería: La niña Firmina, de alma dulce, vivió entre los buenos durante dos años y ocho meses. Fue recogida en paz el día séptimo antes de las kalendas de febrero (25 de enero), el día de Saturno (Sábado)…

Igualmente, se recuperó otro fragmento decorado de mármol blanco, conocido como Placa de las Águilas, en la que se representa una cabeza de ave.

VIRGILIO MARTÍNEZ ENAMORADO Y RAFAEL CABALLERO