Ermita del Hoyo de los Peñones

DESCRIPCIÓN Y ANÁLISIS FORMAL

A la salida de Alozaina por la A-354 camino de Casarabonela, a unos 1’5 kms de la primera localidad, se ubica este pequeño conjunto monumental: la ermita está unos metros antes de un gran cartel sobre la Sierra de las Nieves, a la derecha de la vía, y de la caja de mampostería de una acequia que se prolonga hacia la peña, a su derecha. Por lo que respecta a la necrópolis, se emplaza un centenar de metros al norte de la ermita, en una loma por la que se distribuyen a lo largo de la misma por unos 300 m.

Por desgracia, una buena parte de la ermita y la necrópolis que descubriera y excavara el arqueólogo Rafael Puertas Tricas en el Hoyo de los Peñones (Alozaina) han sido destruidas en las últimas décadas. Podemos asegurar que el estado de deterioro actual de este enclave es absoluto, pues de todos los elementos arquitectónicos que eran visibles hace tres décadas únicamente resta la pequeña peña que contiene la hornacina a la manera de ábside y el cubículo trasero de la ermita. Otra  gran roca, allí donde posiblemente se situaría el pie de la ermita, también ha sido removida. Los muros laterales en mampostería, tanto los perpendiculares al plano de la pared que contiene las hornacinas, y que corresponderían a la nave de la iglesia, y los muretes paralelos a esta, que pudieron conformar niveles a diferente altura en la nave, escalones dentro de la nave, están casi desaparecidos. Al este, queda un pequeño muro que actúa como talud para retener la pérdida de suelo. Finalmente, la necrópolis está en la práctica desaparecida entre la maleza y muy afectada por las obras de caminería realizadas en ese entorno.

Este complejo estaba constituido por una ermita y por una necrópolis. La ermita, de carácter semirupestre, contaba con una nave única, altar excavado en la roca, diferenciándose del resto del pequeño templo por un mínimo desnivel (en la actualidad, ese peldaño ha desparecido). El uso como lugar de oración de este espacio pervivió en la Edad Moderna, con una nueva ermita que reaprovecharía parte de los materiales antiguos. Parte del estucado amarillento de las paredes de esa nueva ermita se mantiene en la roca. El cubículo eremítico, al norte, se trabajó para crear una celda, de planta ovoide de unos 3’5 m de diámetro. Todas sus paredes estaban pintadas de estuco amarillo.

Por su parte, la necrópolis se compone por un importante número de tumbas (122), antropomorfas y labradas en la roca caliza. Parece que su número era superior. Tipológicamente, encontramos: a) tumbas “de codo, las más numerosas (107), todas aquellas que presentan un evidente ensanchamiento en el tercio superior; b) tumbas trapezoidales (10), de mayor anchura en la cabeza que en los pies; c) tumbas rectangulares (5), igual de anchas en la cabeza y en los pies, sin ensanchamientos. En general la metrología de las sepulturas es variada (oscila entre los 0,70 y los 2,40 m). Se observa un cierto agrupamiento interno, lo que llevó a Puertas a considerar la posibilidad de la existencia de panteones familiares.

A juicio de este mismo investigador, este conjunto se data entre los siglos IX y X. la comunidad que aquí vivía estaba en relación con una alquería que se ubica al NE del complejo. Ese lugar, que se sigue conocido como Albar, no está excavado y consta en el Repartimiento del XV de Alozaina como “fuente y arroyo de Albar”.

VIRGILIO MARTÍNEZ ENAMORADO