Monasterio de Sant Pere de Roda

El monasterio de Sant Pere de Roda estaba situado a cierta altura en un pequeño rellano de la vertiente norte del macizo del Cap de Creus, algo que le daba visibilidad sobre la bahía del Port de la Selva, municipio al que está adscrito.

Según la tradición, su iglesia habría sido fundada a finales del siglo VIII por el abad Atala de San Policarpo de Rasés, que restauró numerosos templos en aquella zona. Sin embargo, cuando la empezamos a encontrar documentada de forma más asidua a principios del siglo IX, su gestión estaba en manos de Sant Esteve de Banyoles. Esto motivó un largo litigio entre ambas abadías que todavía coleaba a principios de la siguiente centuria, dejando tras de sí su reguero de preceptos reales que, según las alianzas de cada momento, reconocían la dependencia de los centros fundados por Atala a una u otra parte. En este contexto, las fuentes empezaron a mencionar Sant Pere de Roda como una cela monástica y, a principios del siglo X, ya encontramos varias referencias a su comunidad e, incluso, a su propósito Guisén.

La situación cambió sustancialmente hacia el año 930, momento en que Tassi, un importante magnate ampurdanés, se propuso erigir aquella pequeña celda en una prominente abadía independiente. Para ello, le entregó una importante cantidad de bienes, maniobró para conseguir que su hijo Hildesind fuera investido abad del nuevo cenobio y le procuró un precepto real, así como una bula papal, que confirmaran su nuevo estatus jurídico. Sin embargo, Tassi no fue el único que trabajó para la conversión de la casa de Roda en abadía, sino que contó con el apoyo activo de las diversas familias condales del momento, muy especialmente de la de Empúries, que le hizo una gran cantidad de donaciones, algunas cualitativamente muy importantes.

Con todos estos apoyos, sumados al de otros muchos particulares, la pequeña celda de Sant Pere de Roda se erigió rápidamente en uno de los cenobios más prestigiosos del Principado. Esta condición, de hecho, la mantuvo hasta el siglo XIV, cuando la relajación de costumbres, sumada a la desaparición de la dinastía condal de Empúries y al incremento de la piratería en el Mediterráneo, supuso el inicio de un lento periodo de decadencia que llevaría a su definitivo abandono en el año 1797.

ANÁLISIS FORMAL

El monasterio de Sant Pere de Roda constituye un excepcional conjunto arquitectónico de época medieval. Este, a lo largo de su vida, ha sufrido innumerables modificaciones, sobre todo por las defensas que se le añadieron a partir del siglo XIV. Sin embargo, en buena medida, aún mantiene la configuración que se le dio a lo largo de los siglos XI y XII, cuando de levantó la iglesia principal, caracterizada por su grandeza y su rica decoración escultórica, así como los dos claustros superpuestos que articulaban las dependencias monásticas y el característico campanario que define el perfil de todo el conjunto. Por lo tanto, es una visita obligatorio por todos aquellos interesados en la arquitectura y la escultura románica.

Por lo que se refiere al conjunto primigenio, anterior al siglo XI, Sant Pere de Roda también constituye un caso excepcional, ya que las intervenciones arqueológicas que se han realizado en su interior nos permiten conocer con cierto grado de detalle su organización topográfica. En este sentido, sabemos que la celda del siglo VIII-IX estaba conformada por una pequeña iglesia de una sola nave con ábside semicircular y varios edificios rectangulares, todos ellos exentos, que se distribuían por sus alrededores. No fue hasta finales del siglo X cuando se levantó un segundo templo de mayor entidad, con tres naves, transepto y cabecera tripartita, asió como nuevas dependencias que, en ese momento, ya empezaron a dibujar un patio interior que, con el tiempo, evolucionaría en el claustro que conocemos hoy en día, ya en época románica.

XAVIER COSTA BADÍA