Monasterio de Santa Cecília de Montserrat

El monasterio de Santa Cecilia de Montserrat, que no debe confundirse con el de Santa María, fundado en el siglo XI a no muchos quilómetros de distancia, estaba en un pequeño rellano en la vertiente septentrional de la montaña de Montserrat, dentro del término municipal de Marganell.

Los primeros años de este cenobio, por desgracia, son bastante confusos, sobre todo por la presencia de algunas falsificaciones posteriores que no permiten seguir con claridad la sucesión de los acontecimientos. Sin embargo, parece fuera de duda que podemos retrotraer su fundación hasta al menos el año 944, cuando el abad Cesari, junto con otros cuatro monjes, se asentó en la iglesia de Santa Cecília, que él mismo había comprado poco tiempo antes, y solicitó a la condesa Riquilda de Barcelona que intercediera ante su marido, el conde Sunyer, para que autorizara el establecimiento de un monasterio en ese lugar. Así pues, si bien los condes de Barcelona participaron muy activamente en su dotación y posterior promoción, todo indica que estamos ante una fundación particular de Cesari, puesto que este personaje, conocido por haber intentado infructuosamente ser reconocido como arzobispo de Tarragona, no sólo erigió el cenobio y promovió su consagración por parte del obispo de Vic en el año 957, sino que también le procuró una confirmación de sus bienes por parte del rey Luís de Ultramar y, muy probablemente, del papa Agapito II.

Gracias a las gestiones de Cesari y al apoyo que le dio la familia condal, al que debería sumarse el de otros muchos particulares, el monasterio de Santa Cecilia de Montserrat llegó al siglo XI en un momento de esplendor. Ahora bien, su evolución posterior no fue fácil, sobre todo por las injerencias de los obispos de Vic y de otras abadías del entorno, entre las que no faltó Santa María de Montserrat. Todo esto acabó comportando su definitiva exclaustración en el año 1539, momento en que se convirtió en una parroquia secular.

ANÁLISIS FORMAL

El antiguo monasterio de Santa Cecilia de Montserrat ha sufrido importantes transformaciones a lo largo de su historia, ya que, a partir del siglo XVI, todo el conjunto fue reformado para adaptarlo a su nueva función como iglesia parroquial. Además, durante los siglos XIX y XX, sufrió dos importantes proyectos de reconstrucción, el primero encabezado por Francesc de Paula del Villar y el segundo por Josep Puig i Cadafalch, que dificultan de manera muy notable la identificación de sus distintas fases constructivas. Por lo tanto, a pesar de la apariencia románica de todo el conjunto, no todos los elementos pueden retrotraerse hasta este momento y hay un notable debate sobre la datación que debería darse a la estructura original.

Los elementos más antiguos de Santa Cecilia de Montserrat se conservan en la iglesia, donde hay varios muros de características arcaizantes que podrían corresponder con el templo original, que, a diferencia del actual, que fue recortado hasta darle forma basilical, habría sido de planta de cruz latina. Asimismo, a nivel arqueológico, se ha documentado un pavimento de tierra y cal, utilizado para regularizar la roca madre, que podría corresponder con esa fase. El problema es que esta parece funcionar de manera unitaria con el ábside principal y la absidiola meridional del conjunto, que, por sus características decoraciones lombardas, difícilmente pueden situarse antes del siglo XI. En consecuencia, hay un vivo debate sobre si la fase descrita formaría parte del edificio original, iniciado en el siglo X y terminado en la centuria siguiente, o si sería fruto de una reforma completa del edifico en aquel siglo que borró todo rastro del templo anterior.

Teniendo en cuenta este debate, los únicos elementos que pueden situarse sin duda alguna en el siglo X son dos fragmentos epigráficos que corresponden a la fundación del monasterio y a su promoción por parte de los condes Sunyer y Riquilda de Barcelona.

XAVIER COSTA BADÍA