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San Miguel de Tarrasa

España, Tarrasa (Barcelona)

San Miguel de Tarrasa

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Es el tercer edificio del conjunto episcopal de Tarrasa, situado entre Santa María y San Pedro. Magníficamente conservado, su planta tiene forma de cruz griega inscrita en un cuadro de la que sobresale en el costado este un ábside con forma exterior poligonal y de herradura en su interior. Considerada como el baptisterio del conjunto, se le añadió una pila bautismal en su restauración.

Todo el Conjunto Episcopal de Tarrasa fue declarado Monumento Nacional en 1931 y bien de interés histórico-artístico en 1985.

San Miguel, situada en el centro del conjunto episcopal, entre Santa María y San Pedro, es la mejor conservada de las tres. En principio parece indudable que se trata de un baptisterio, hasta el punto de que su primer restaurador, J. Puig y Cadafalch instaló, no sin algunas críticas, la piscina bautismal existente en la actualidad, ya que la original había desaparecido.

Su imagen exterior, con un interesante juego de volúmenes que se nos presenta como un conjunto de tejados a dos, tres y cuatro aguas de distinta altura, ya nos hace suponer que estamos ante un edificio mucho más complejo que las estructuras de planta basilical de tres naves y un ábside que conformaban inicialmente Santa María y San Pedro. Pero es al entrar en su interior cuando realmente nos encontramos en un mundo completamente diferente. En efecto, su conjunto de arcos, sobre ocho capiteles, que forman el cuadrado que soporta la bóveda central, rodeado por los cuatro compartimentos que corresponden a los lados de una cruz griega, otros cuatro en los ángulos del cuadrado y el ábside, que sobresale en el costado este con acceso mediante un gran arco de herradura, así como su complejo sistema de abovedamiento de los diferentes espacios, todo ello en menos de 100 m2, ofrece una de las imágenes más impactantes del arte prerrománico español.

La forma de su planta que, como hemos señalado, tiene forma de cruz griega inscrita en un cuadrado y, con un ábside exento orientado hacia el este como en las otras dos iglesias de Tarrasa, entronca claramente con las del conjunto de iglesias cruciformes visigodas a que dio origen la importación del modelo del Mausoleo de Gala Placidia en Rávena para la construcción de San Fructuoso de Montelios, que desde nuestro punto de vista fue seguido en iglesias como Santa Comba de Bande, San Pedro de la Mata ó Santa María de Melque y que continuaría en edificios carolingios como Germiny-des-Prés, e incluso en Santa María de Lebeña ya en época mozárabe y en la mezquita del Cristo de La Luz en Toledo, terminada en el año 999.

Sin embargo San Miguel es la única de ellas que mantiene la estructura de arcos sobre columnas soportando la bóveda central que observamos en Montelios, aunque al añadir los compartimentos de los ángulos se refuerza el sistema de apoyos, aumentando la estabilidad del conjunto.

En este caso en lugar de los tres arcos por cada lado del cuadrado que existen en San Fructuoso, hay sólo dos por lado, apoyados sobre cuatro columnas en las esquinas y otras cuatro más delgadas, una en el centro de cada lado del cuadrado. Su sistema de cobertura, que posiblemente haya sufrido modificaciones respecto a su estructura original, presenta soluciones muy interesantes, ya que está basado en cuatro bóvedas de arista, de ladrillo, en los cuatro brazos de la cruz, otras cuatro bóvedas de cuarto de esfera, éstas construidas de piedra, en los cuatro compartimentos que forman los ángulos del cuadrado de forma que, apoyando la parte curva sobre los muros exteriores, sirven para reforzar los soportes de la bóveda central, semiesférica sobre trompas, que dispone de cuatro ventanas, una a cada lado del cimborrio. Para completar la estabilidad del conjunto, en la separación entre los brazos de la cruz y los compartimentos laterales existen ocho arcos fajones que, partiendo de las cuatro columnas de los ángulos, se apoyan en los muros exteriores, reforzados en los puntos de contacto por pilastras en el interior y contrafuertes en el exterior de la iglesia. Un hecho a tener en cuenta es que los arcos que forman el cuadrado central y soportan la bóveda son de medio punto sobrealzados, a diferencia de San Fructuoso, en el que son arcos de herradura. A pesar de ello, San Miguel, tanto interiormente quizá debido a su sensación de ligereza, como en su exterior por el juego de volúmenes de sus tejados, nos recuerda mucho más al Mausoleo de Montelios que al arte carolingio, en general de aspecto mucho más pesado.

Mención aparte merece su ábside, al que se accede por un arco ligeramente continuado en forma de herradura. Está situado en el lado oriental, formando un compartimento exterior al cuadrado, con una forma interior en arco de herradura, muy semejante al de Santa María. Sin embargo exteriormente es poligonal de ocho lados, algo sin precedentes en la arquitectura de la época en España, excepto por los restos de una iglesia visigoda descubiertos en el claustro del monasterio de San Cugat del Vallés, de la misma forma tanto interior como exteriormente, aunque en este caso es de cinco lados, por lo que podría tratarse de una variante local de esa época.

El edificio disponía de tres puertas, una en cada lado excepto en el del ábside, de las que en la actualidad solo queda la del costado sur, muy modificada y que posiblemente en su momento permitía el acceso directo a la nave norte de Santa María.

Otro tema interesante a destacar es la existencia de una cripta martitial situada debajo del ábside, a la que se accede por unas escaleras existentes en el costado sur de su interior. Consta de un pasillo, paralelo al muro este y una cabecera, perpendicular a él, cuya planta está formada por tres lóbulos en forma de herradura, muy semejante a la de San Pedro, aunque en este caso la cobertura de los lóbulos se resuelve mediante bóveda de cañón y la del cuadrado central es plana.

En la fachada oeste, en una zona de diferente estilo de construcción, de peor calidad, nos encontramos una gran ventana de arco de herradura muy pronunciado, de corte claramente mozárabe, prueba de una primera reconstrucción parcial hacia el siglo X, anterior a la románica, pero que también demuestra que el conjunto original es anterior al periodo mozárabe.

En cuanto a la decoración, además de las pinturas existentes en el ábside, sólo existe en los capiteles del cuadrado interior, de tipo corintio esquematizado y poco homogéneos, posiblemente de época romana reutilizados, así como las columnas que son de diferentes grosores. Soportan el conjunto de arcos que, a su vez sustentan los muros de la bóveda central.

Como se puede observar en todo lo expuesto, San Miguel de Tarrasa es uno de los monumentos más apasionantes y más conflictivos de todo el Arte Prerrománico Español. Por su calidad constructiva y por su diseño, tanto exterior como interior, es comparable a los mejores monumentos europeos construidos después de la descomposición del Imperio Romano y anteriores al año 900, con el valor añadido de que forma parte de un conjunto homogéneo en cuanto a una planificación integral y un tipo de construcción inicial, utilizando el mismo aparejo, semejante y sin duda de la misma época. Por otro lado, tanto su estructura como sus soluciones arquitectónicas tienen antecedentes en España anteriores al S. VIII, pero también se prolongan en el tiempo a algunas construcciones carolingias que se consideran influidas por el arte visigodo. Como complicación añadida nos encontramos con que los tres edificios sufrieron continuas modificaciones y añadidos desde su construcción hasta el siglo XII, y con el hecho de que no se han efectuado estudios arqueológicos que cubran todo el conjunto y, además, existe muy poca información publicada sobre los que se han efectuado de forma parcial.

Debido a todo lo expuesto, es prácticamente imposible llegar a una datación definitiva, aunque sí parecen como las únicas opciones posibles, o bien que su construcción inicial se produjera durante el apogeo del obispado de Egara en la última época visigoda, a finales del S. VII o principio de VIII, o que edificaran durante el asentamiento de la Marca Hispánica, en la segunda mitad del S. IX. Por lo tanto y a pesar de que, aunque sin ninguna seguridad, nuestra impresión es que su origen es visigodo, nos limitaremos a exponer los puntos que consideramos como más significativos a favor de cada una de las dos opciones:

A favor de la tesis visigoda:

  • El apogeo del obispado de Egara es el momento más razonable para construir un importante conjunto episcopal.
  • La estructura basilical de tres naves y un ábside, y la forma de la planta de los ábsides, en Santa María y San Pedro, diseño muy habitual en el arte paleocristiano y que continúa en el visigodo, pero que prácticamente desaparece a partir del S. VIII.
  • La planta cruciforme de San Miguel, con bóveda central a base de arcos sobre columnas y capiteles, con claro antecedente en San Fructuoso de Montelius, que genera una estructura central mucho más ligera que lo habitual en el arte carolingio.A favor de la tesis carolingia:
  • El aparejo exterior de las tres iglesias es utilizado en el periodo carolingio y no se ha encontrado en las construcciones del periodo visigodo que han llegado hasta nosotros.
  • Los arcos de medio punto que existen en el conjunto, básicamente los que soportan la bóveda de San Miguel.
ALTOMEDIEVAL

Información de la localidad

San Miguel de Tarrasa
Monumento o lugar a visitarSan Miguel de Tarrasa
EstiloVisigodo
TipoIglesia
ÉpocaS. VII
Estado de conservaciónMuy bueno
Dirección Tarrasa, Barcelona
Coordenadas GPS41.566944, 2.018611
Propiedad, dependencia
Posibilidad de recibir visitas de público en general o solo especialistas
Público en general
Necesidades de conservación
Horarios y condiciones de visita
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Importe entrada
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Trabajos de investigación en realización
Accesibilidad
Señalización si está inscrito en la ruta
Bibliografía
Historia de España de Menéndez Pidal: Tomo III
SUMMA ARTIS: Tomo VIII
L’Art Préroman Hispanique: ZODIAQUE
Ars Hispanie: Tomo II
Los Templos Visigótico-Románicos de Tarrasa: F. Torrella Niubó
VídeosYoutube
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LocalidadTarrasa, Barcelona