Yacimiento de Marialba de la Ribera

El espacio absidado, al que se accedía mediante una escalera de tres o cuatro escalones, presenta también diversos momentos constructivos, ya que fue en una segunda fase cuando se construyeron en él tres hornacinas. Después de este período constructivo dichas hornacinas se rellenaros de piedras y argamasa y además se erigieron en el ábside trece sepulturas, cinco frente a la hornacina central y, paralelas a ellas, otras cuatro a cada lado. En cuanto a la terminación interior de la sala, se ha conservado el enlucido en la pared de una hornacina y los restos de un suelo de opus signinum, muy deteriorado por la apertura de numerosas sepulturas. En los ángulos de la gran sala se descubrieron, además, grandes construcciones que se apoyan en los muros exteriores, pertenecientes por tanto a un segundo impulso constructivo.

El acceso al edificio se encontraba situado en el lado Norte y sufrió diversas modificaciones posteriores, especialmente su estrechamiento (al situar a los lados unas pilastras) y monumentalización, esta última lograda mediante la construcción – a lo largo de toda la fachada Norte – de un pórtico con cimentación corrida y cerrado en sus extremos con arcos ligeramente ultrapasados en planta. En él solo se abre un acceso, que viene a coincidir con el de entrada a la sala rectangular.

La fecha propuesta por sus excavadores para la primera fase del monumento, la gran sala rectangular con su ábside en forma de herradura, sería el siglo IV, aunque el edificio no se concluiría en su interior. La segunda fase constructiva presenta una fecha de finales del siglo IV – comienzos del V, y además de las pilastras y las hornacinas, se llevaría a cabo entonces la decoración interior y, muy posiblemente, se abrirían las sepulturas del ábside. A una última reforma, ya en época goda -finales del siglo VI o principios del VII-, pertenecerían la piscina bautismal y la articulación interna del edificio mediante canceles, lo que parece indicar que el santuario siguió en uso cultual hasta, al menos, ese momento. Los enterramientos del interior de la sala, así como los situados en la entrada y en el baptisterio, pertenecerían a la última fase de ocupación del edificio, a una época difícil de concretar, cuando éste ya no era más que una construcción arruinada.

La orientación de su ‘cabecera’, al sur, y la ausencia de mobiliario litúrgico nos informa de su primigenio carácter no cultual: Marialba, no era una ecclesia, no era un espacio para la reunión de los fieles. Marialba fue un edificio funerario, y en su ábside – en el interior del edificio – se abrieron, finales del siglo IV – comienzos del V, 13 tumbas. Pero ¿un martyrium? Sabemos que desde mediados del siglo VI pudo haber ejercido de ecclesia, de espacio para la celebración eucarística al que se doto entonces de un espacio bautismal, ejerció de célula evangelizadora y cristianizadora del territorium de la ciudad de León. Desde finales del siglo IV hasta mediados del siglo VI, Marialba ejerció de martyrium. En opinión de sus descubridores, la transformación del edificio, en el que se acogen las trece sepulturas del ábside y la rica decoración que podría deducirse de algunos fragmentos conservados, se debería al hecho de que el monumento no sería una simple basílica, sino que parece tratarse de una iglesia martirial. Más difícil resulta conocer la relación, si es que existe, con la tardía tradición leonesa del martirio de la familia de San Marcelo de León, ya que és la se recoge en el siglo XIII, o podría explicarse por otras tradiciones.

Durante las excavaciones realizadas por el Instituto Arqueológico Alemán aparecieron diversos fragmentos de escultura arquitectónica en un pozo: fragmentos de un sarcófago paleocristiano, restos de dos capiteles de época goda, cinco fragmentos de placas de cancel, etc. Y, además, se tiene conocimiento – por fuentes orales – de hallazgos de monedas, huesos, pendientes y anillos. El citado pozo aún se apreciaba antes de comenzar las excavaciones del Instituto, al lado del ábside en un rincón, con una profundidad de 1,5 ms. En la misma época se cavó una zanja desde el citado pozo de unos 4 ms. de longitud, que al aparecer contenía restos humanos, pero esta se tapó. En este mismo sentido, hay que señalar que en la limpieza del interior del edificio en Agosto de 1967, antes de proceder a su excavación sistemática, se pudo constatar la presencia de numerosos pozos que probaban la existencia de excavaciones clandestinas de épocas precedentes.

Las investigaciones llevadas a cabo en los últimos años por La Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León ponen de manifiesto que el edificio se construyó sobre un lugar sin construcción o asentamiento previo y aislado. Los restos más antiguos corresponden al siglo IV y los más recientes al siglo XIII. Las investigaciones apuntan un uso religioso y funerario del edificio desde sus primeros momentos hasta la Baja Edad Media.

ARTEMIO M. MARTÍNEZ TEJERA