São Martinho de Dume

Representa los últimos tiempos del dominio suabo, pudiendo relacionarse con textos escritos y la vida del santo. Catalogado como Monumento Nacional desde 1993 (Decreto no. 45/93, de 30-11)

SAO MARTINHO DE DUME (BRAGA)

Representa os últimos tempos do domínio suévico, sendo passível de relação com textos escritos e com a vida do santo. Classificado desde 1993 como Monumento Nacional (Decreto nº. 45/93, de 30-11)

DESCRIPCIÓN

Los restos arqueológicos de la basílica de S. Martinho de Dume ocupan un área de unos 750m2, lo que es un valor inusual por su tamaño, incluso considerando los paralelos peninsulares. Esto demuestra la fuerte inversión puesta por la monarquía suaba en su construcción, lo que corrobora la situación descrita en los textos literarios. En comparación con la iglesia actual, que hoy se superpone a ella, la basílica tiene dimensiones sustancialmente más grandes, extendiéndose bajo el patio de la iglesia actual.

Los principales elementos que se conocen, gracias a sucesivas intervenciones arqueológicas, son la fachada, la parte de la nave central y el cuerpo medio del edificio, y un crucero. La planta sería de tipo cruciforme trilobulado, de 33 metros de largo y 21 de ancho (Fontes, 2006), con compartimentos para nave, coro y altar, con un ábside cruciforme de tres ábsides de planta semicircular. El interior de los ábsides estaba decorado con columnas adosadas a los muros. De esta forma, se manifiestan las influencias de Ravenna y, en particular, de los prototipos de la Galia, con “el tipo cruciforme de cruz latina, destacando la zona de cabecera, ya sea en los ábsides interiores o en la decoración con columnas” (Maciel , 1996). Por estas razones, las áreas del altar y el coro, reservadas a sacerdotes y catecúmenos, son espacialmente diferentes a la zona de la nave donde asistían los fieles.

La nave rectangular estaría definida por un arco triple, sostenido por cuatro pares de columnas, y una torre de linterna se levantaría de un conjunto central. El presbiterio sería más alto, con un acceso compuesto por tres escalones, sería de planta semicircular y tendría columnas colindantes internamente, ampliando el resto del edificio.

Si el plan fue reconstruido mediante excavaciones arqueológicas, el programa decorativo es más incierto y solo visible a partir de unos pocos fragmentos dispersos. Los frisos geométricos y de decoración vegetal forman parte del marco habitual de elementos que se remontan a los siglos VI / VII en la región. Más inusual es un fragmento de la tapa de un sarcófago decorado con un mosaico encontrado en el contexto de la reutilización en el cementerio, en la necrópolis alto-medieval.

Mención especial merece el sarcófago de la tumba atribuido a S. Martinho de Dume. Data de finales del siglo IX o principios del siglo siguiente por H. Schlunk, conserva dos elementos: el arcón con el lado derecho decorado en bajorrelieve y la tapa, también figurada, ambos en piedra de Ançã. La figuración central puede representar al propio S. Martinho, en posición de oración, junto a su comunidad monástica, con las manos levantadas detrás de un altar con decoración reticulada, en el interior de un edificio de columnas con techo de tegulae. En la losa estaba grabada una representación de Cristo en un medallón circular, rodeado por una corona de laurel, flanqueado por dos ángeles alados. Los cuatro evangelistas están representados por ambos lados, con la particularidad de ser con figuras antropo-zoomorfas, ya que cada uno ha representado la cabeza de un animal específico (San Lucas con cabeza de toro y San Juan con águila, en de un lado; y del otro, San Marcos con cabeza de león tiene a su lado a San Mateo, el único con cabeza de hombre).

DESCRIPCIÓN

Os vestígios arqueológicos da basílica de S. Martinho de Dume ocupam uma área de cerca de 750m2, o que constitui um valor invulgar pela grandeza, mesmo atendendo aos paralelos peninsulares. Demonstra-se assim o forte investimento colocado pela monarquia suévica na sua construção, o que corrobora a situação descrita nos textos literários. Em relação ao templo actual que hoje se lhe sobrepõe, a basílica apresenta dimensões substancialmente superiores, prolongando-se sob o adro da actual igreja.

Os principais elementos que se conhecem, graças às sucessivas intervenções arqueológicas, dizem respeito à fachada, a parte da nave central e do corpo médio do edifício, e a uma cabeceira. A planta seria de tipo cruciforme trilobada, com 33 metros de comprimento por 21 de largura máxima (Fontes, 2006), com as compartimentações para a nave, coro e altar, apresentando cabeceira cruciforme de três absides de planta semicircular. O interior das absides estava decorado com colunas adossadas às paredes. Desta forma, manifestam-se as influências de Ravenna e, em especial, dos protótipos da Gália, com “o tipo cruciforme da cruz latina, dando relevo à zona da cabeceira, seja nos absidados interiores, seja na decoração com colunas” (Maciel, 1996). Por estes motivos, diferenciam-se espacialmente as áreas do altar e do coro, reservado aos sacerdotes e catecúmenos, da zona da nave onde assistiam os fieis.

A nave rectangular estaria definida por uma tripla arcatura, apoiada em quatro pares de colunas, sendo que de um conjunto central se elevaria uma torre-lanterna. A capela-mor estaria mais elevada, sendo de acesso composto por três degraus, teria planta semicircular e teria colunas adossadas internamente, prolongando o restante conjunto do edifício.

Se a planta foi reconstituída pelas escavações arqueológicas, o programa decorativo é mais incerto e apenas visível a partir de alguns fragmentos dispersos. Os frisos de decoração geométrica e vegetalista inscrevem-se no quadro habitual de elementos datáveis do século VI/VII na região. Mais invulgar é um fragmento de tampa de sarcófago decorada com mosaico encontrada em contexto de reutilização no adro da igreja, na necrópole alto-medieval.

Merece referência própria o sarcófago do túmulo atribuído a S. Martinho de Dume. Datado por H. Schlunk de finais do século IX ou inícios da centúria seguinte, conserva os dois elementos: a arca com a face direita decorada em baixo-relevo e a tampa, também figurada, ambas em pedra de Ançã. A figuração central poderá representar o próprio S. Martinho, em posição de oração, junto da sua comunidade monástica, com as mãos levantadas por detrás de um altar que apresenta uma decoração reticulada, no interior de um edifício colunado e com cobertura em tegulae. Na laje foi gravada uma representação de Cristo inserido num medalhão circular, rodeado por uma coroa de louros, ladeado por dois anjos alados. De ambos os lados estão representados os quatro evangelistas, com a particularidade de estarem com figurações antropo-zoomórficas, pois cada um tem representada a cabeça de um animal específico (S. Lucas com cabeça de touro e S. João como águia, de um lado; e do outro, S. Marcos com cabeça de leão tem ao seu lado S. Mateus, o ºunico com permanece com cabeça de homem).

CRONOLOGÍA

San Martín de Dume (518-579) fue una figura influyente en el reino tardío de Suabia. La iglesia, construida en uicino y gratuita, para citar el Suevic Parochiale, estaría cerca del centro palatino de la corte, y funcionaría como basílica, monasterio y sede de un obispado; de gran riqueza e influencia, albergará a 500 siervos, aunque nunca ha generado una aglomeración poblacional, dada su cercanía a Bracara.

La construcción del templo forma parte de una promesa hecha por el rey de Suabia: si su hijo se curaba de la lepra, el rey de Suabia se veía obligado a construir una basílica junto a su corte, donde guardaría consagradas las reliquias de San Martín de Tours. según las normas litúrgicas (De miraculis Sancti Martini, Patrologia Latina 71, 993-994).

La basílica de Dume tiene significados profundos: simboliza la unidad del reino de Suabia, el vínculo con la comunidad hispano-romana en la construcción de una fe común, y los ejes de comunicación e influencia cultural con la Galia y Rávena, denunciando un cierto cosmopolitismo del Corte de Suabia.

El elemento más significativo es la existencia de textos escritos que describen la consagración de la basílica en 558 y que se pueden comparar con el monumento actual. Las primeras referencias son al propio Martinho de Dume en un poema de celebración que, según Gregorio de Tours, se encontró en la puerta sur (Historia Francorum, V, 37). El epitafio de S. Martinho explica que fue enterrado en el lugar, contrariamente a lo dispuesto en el Canon XVIII del I Concilio de Braga en 561, en el que él mismo participó, que prohibía los entierros sanctorum intra basílica.

Sin embargo, en 866 el abad Sararico abandona el lugar, que será restaurado en 877. En plena Reconquista, la basílica habrá sufrido importantes obras de renovación, buscando revitalizar el culto al santo. Hacia el siglo IX, a través de la acción de Afonso III (que volvió a ocupar la ciudad de Bracara en 873), se emprendió una relevante campaña de obras en el sitio, reforzando el componente monástico. Esta fase de reconstrucción fue confirmada por las intervenciones arqueológicas realizadas en el sitio, que dieron lugar al proceso de musealización (Fontes, 2006). A principios del siglo XII (1103), recuperó su autonomía como diócesis propia, retomando el culto al santo. De este período data el sepulcro conocido como S. Martinho de Dume, pieza funeraria emblemática que actualmente se exhibe en el centro interpretativo. A mediados del siglo XVIII, la construcción de la actual iglesia supuso la demolición del templo anterior, situación que registró con pesar Valério Pinto de Sá.

CRONOLOGÍA

Martinho de Dume (518-579) foi figura influente nos últimos tempos do reino suevo. A igreja, implantada in uicino e in pago, para citar o Parochiale suévico, estaria junto do centro palatino da corte, e funcionou como basílica, monasterium e sede de bispado; de grande riqueza e influência, chegará a deter 500 servos, embora nunca tenha gerado um aglomerado populacional, dada a proximidade com Bracara.

A construção do templo insere-se numa promessa feita pelo rei suevo: se o seu filho fosse curado de lepra, o rei suevo obrigava-se a construir uma basílica junto da sua corte, e nela guardaria as relíquias de São Martinho de Tours consagradas segundo as normas litúrgicas (De miraculis Sancti Martini, Patrologia Latina 71, 993-994).

A basílica de Dume tem assim significados profundos: simboliza a unidade do reino suevo, a ligação com a comunidade hispano-romana na construção de uma fé comum, e os eixos de comunicação e influência cultural com a Gália e Ravenna, denunciando um certo cosmopolitismo da corte suévica.

O elemento mais significativo é a existência de textos escritos que descrevem a consagração da basílica em 558 e que podem ser comparados com o monumento actual. As primeiras referências são do próprio Martinho de Dume num poema celebratório que, segundo afirma Gregório de Tours, se encontrava na porta sul (Historia Francorum, V, 37). O epitáfio de S. Martinho explicita que se procedeu ao seu enterramento no local, contrariando as disposições do Cânon XVIII do I Concílio de Braga em 561, no qual o próprio participou, que proibia os enterramentos intra basilica sanctorum.

Todavia, em 866 o abade Sararico abandona o local, que será recuperado em 877. Em pleno contexto de Reconquista, a basílica terá sofrido importantes obras de remodelação, procurando revitalizar o culto do santo. Em torno ao Século IX, pela acção de Afonso III (que reocupa a cidade de Bracara em 873), será empreendida uma relevante campanha de trabalhos no local reforçando a componente monástica. Esta fase de reedificação foi confirmada pelas intervenções arqueológicas conduzidas no local, que conduziram ao processo de musealização (Fontes, 2006). Em princípio do século XII (1103), retoma a sua autonomia enquanto diocese própria, retomando-se o culto do santo. É desta época que data o túmulo dito de S. Martinho de Dume, uma emblemática peça funerária que actualmente se encontra exposta no centro interpretativo. Em meados do século XVIII, a edificação da actual igreja conduz à demolição do templo anterior, situação registada com lástima por Valério Pinto de Sá.