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Monasterio de Sant Feliu Header - Origenes de Europa

Monacato

¿Qué papel ejercieron los monasterios en la conformación de la tradición cultural europea? Los monasterios no solo salvaguardaron la herencia clásica, sino que ayudaron a difundirla, convirtiéndose en motores de transformación cultural y social; fueron elementos primordiales en la cristianización y evangelización de los territorios, como también lo fueron en la organización del territorio desde su expansión a partir del mundo urbano. Además, fueron focos y modelo de crecimiento económico y jugaron un papel fundamental en la política de su tiempo. Pero los monasterios no solo sirvieron para expandir durante esos siglos la espiritualidad cristiana o la cultura clásica por todo Occidente, también ejercieron como centros destinados a la interacción social; los principios de autosuficiencia, altruismo y caridad que inspiraron a estos centros hicieron que desde el primero momento se convirtieran en espacios físicos de refugio y asistencia para, generalmente y como afirmaba San Agustín, los más desfavorecidos de la sociedad.

Una Red Europea de los Primeros Monasterios que lo que pretende es crear un punto de reunión, físico (con reuniones periódicas) y virtual (on line) que integre (con vocación de continuidad y crecimiento futuro) todas aquellos centros que, en cierto modo, sentaron las bases de la expansión que el movimiento monástico alcanzaría desde entonces, siglos IV-V, en los siglos inmediatamente posteriores por toda Europa, especialmente desde el origen del Sacro Imperio Germánico a partir del s. IX (ya se conserven como edificios histórico-artísticos, como yacimientos arqueológicos o como espacios culturales o espacios naturales). Nos referimos a centros monásticos de la entidad de Monte Cassino, Bobbio y Matera en Italia; Marmoutier, Liguge (este último uno de los primeros cenobios conocidos en Europa), Lerins, Luxeuil y Fleury, en Francia; Corvey, Reichenau y Lorsch, en Alemania; Rocas, Asán, Monastil, Suso, Montes, Compludo, Fregenal de la Sierra, Celanova, Peñalba, Escalada, Mazote, Bobastro y Melque, en España; Dumio y Montelios, en Portugal; St. Gallen, en Suiza; Chirpan y Rila, en Bulgaria y un largo etcétera.

Se trata de una época en la que se encontraron por primera vez las tres grandes religiones del libro, el cristianismo, el judaísmo y el islam, cuyo entendimiento es uno de los grandes desafíos europeos de nuestro tiempo. Pero al mismo tiempo, estos lugares desempeñaron un papel determinante en la conservación de los hábitos culturales que caracterizaban la civilización romana y de los que los europeos actuales somos herederos: el sentido de ciudadanía, de reunión, el derecho, la sensibilidad por el Arte y hasta el propio sentido de patrimonio como un bien cultural que hay que preservar. En el desarrollo cultural y social de la Europa de los últimos 1500 años, los monasterios participaron de manera significativa, ya fuera a través de la escritura, el lenguaje, la música, el arte, la espiritualidad o la agricultura.